Verde,
que
te
quiero
verde
De
luz;
de
mucha
luz,
Dios
hizo
el
cielo,
hizo
el
verde
y
el
azul.
De
intensa
luz,
de
infinitas
luces,
Dios
creó
el
rosa,
el
lila
y
el
índigo,
mucho
de
aurora
y
crepúsculo.
El
blanco,
el
blanquito
sin
sombra,
el
rojo,
el
beige
y
el
amarillo,
oro
nuevo,
oro
viejo,
surgieron
de
la
madrugada
azul
al
comienzo
de
un
clarear
sin
nubes.
Cera
de
la
miel
celeste,
ganamos
el
cobalto,
el
gris,
el
guayaba,
mucho
del
topacio
y
naranja.
Del
aliento
de
una
neblina
mañanera
usufruímos
cuarenta
tonos
de
verde:
el
verde
musgo,
el
verde
espiga,
el
verde
mar,
el
verde
limón,
el
verde
caña
de
azúcar,
las
olas
verdes
de
los
mares
que
no
hay
en
las
Minas
Gerais.
Lo
mil
verdes
de
las
mil
Florestas,
los
azules
de
mil
montañas,
los
verdes
de
los
prados
verdeados
como
lo
apreciaba
el
Salmista
Azules
y
verdes,
verdes
iluminados
de
azules:
zafiros,
esmeraldas
y
turquesas,
dulce
mirar
del
brillo
verde
en
mil
sentimientos
de
amor.
Wanderlino
Arruda
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