Más
linda
que
un
amanecer
eres
hermosa
como
Raquel
en
un
raro
día
de
paz
de
la
apacible
Jerusalén.
Hermosos
son
tu
pasos
y
es
verde
el
brillo
debajo
del
velo
sobre
el
rostro
de
carmín.
Tu
belleza
nace
y
renace
entre
las
renovaciones
del
valle,
donde
brotan
y
florecen
vides.
Me
imagino
en
el
carro
de
los
sueños,
mientras
un
picaflor
te
contempla,
¡Oh!
inimitable
Sulamita,
maestra
en
danza
Maanaim.
Tus
sandalias,
¡Oh!
hija
del
príncipe,
espejan
el
meneo
de
tu
caderas.
Tu
ombligo,
¡Oh!
jovencita
Del
Valle
dorado
es
copa
en
la
que
no
falta
bebida.
Zumo
y
olor
de
rosas
en
celo.